Considerado por la crítica europea como “la sensación y gran revelación”, en 1964, de regreso a Cuba, el pintor Ángel Acosta León (Marianao, Cuba 1932-1964) muere tras zozobrar el barco en el que venía.
Graduado de la Academia de San Alejandro en 1956, Ángel Acosta León trabajaba entonces como chapistero y conductor de ómnibus públicos; no es hasta el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959 que se destaca en el panorama de las artes plásticas cubanas por su visión original.
En la década de los sesenta realiza una de sus obras más importantes Familia en la ventana, que denota un acercamiento a la nueva figuración –movimiento que marcaba a los creadores de la época- y con la cual rompe con la rigidez académica y marca el inicio de una etapa de experimentación figurativa.
Como un tributo a su pasado como obrero, incorpora a sus obras algunos elementos enriqueciendo su fantasía creadora y otorgándole un toque distintivo: en sus lienzos aparecen vehículos fantásticos y voladores, objetos que signan la cotidianidad social como cafeteras, tractores, palmas, etc.
En 1962 crea una serie con estilo surrealista a la que denominó Las columbinas, en la que el Ángel Acosta León realiza una interpretación personal de ese mueble que se asemejaba a una cama y que reinaba en los pobres interiores de los bohíos y casuchas cubanas, en los sectores más humildes.
Realizó una gira por Europa en 1963 –expuso en galerías de París, Ámsterdam, Rotterdam y Bruselas- que le trajo mucho éxito y la posibilidad de compartir con grandes exponentes del surrealismo como Matta, Tanguy y otros.
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