Desde el pasado 10 de mayo, y hasta el 24 de agosto del presente año, se exhibió, en Factoría Habana, la muestra colectiva El ardid de los inocentes. La exposición cuenta con la presencia de ocho destacados jóvenes artistas del arte cubano contemporáneo como Celia y Yunior, Ricardo Miguel Hernández, Grethell Rasúa, Luis Gárciga, Marianela Orozco, Nestor Siré y Renier Quer, y propone, a partir de su ingenioso título, un cúmulo de visiones y procederes diferentes, tanto como originales.
A través de las metodologías impuestas por medios de expresión como el video, la fotografía o la instalación, estos artistas se apropian de la ciudad como pretexto para la creación artística. Discursan, desde la relación del individuo con su entorno, sobre cuestiones como los cambios arquitectónicos o urbanos, metonimia de cambios sociales, de sensibilidad e, incluso, individuales. En obras como Colonias Epífitas –Celia y Yunior-, Cubiertas de deseos –Grethell Rasúa-, Developer –Ricardo Miguel Hernández-, y El sueño de las tilapias –Renier Quer-, se recogen imágenes que funcionan como testimonio sobre el ámbito arquitectónico y el ser que lo circunda. Ellas conforman estudios sobre la “estatización” o la ruralización que ha ido padeciendo la ciudad, o cuestiones existenciales de la misma.
La curaduría de Onedys Calvo se ha trazado como objetivo, en primera instancia, la visión de la ciudad y el contexto urbano como pretexto elemental, y a continuación, cómo estos logran diluirse en su manera especial de expresarse. Tanto la curadora como los artistas nos muestran a la ciudad y al espacio habitable como sinónimos de praxis sociales.
El ardid de los inocentes manifiesta una clara vocación sociológica, investigativa y testimonial. El entramado urbano ha sido empleado como pretexto que se extiende para reconocer múltiples cuestionamientos que envuelven, mayormente, al individuo. “Las subversiones de usos, cambios de signos, paradojas y expectativas en esta exposición tienen relación con las propias contraposiciones que existen en nuestra sociedad” –plantea su curadora-.
El hecho de que los artistas no procedan de las mismas generaciones, es algo interesante, teniendo en cuenta la cercanía de sus propuestas estéticas, formales y conceptuales. El empleo del doble sentido es algo a destacar en esta exhibición, tanto desde las propias piezas como desde la concepción museográfica de las mismas. La invitación al diálogo, al cuestionamiento sobre nuestra sociedad y sus dinámicas, es uno de los legados que una muestra como El ardid de los inocentes deja a cualquier espectador que la aprecie.
Enlaces de interés:
Obras de pintores paisajistas
Cuadros hiperrealistas de animales
Gatos pintados al oleo
A través de las metodologías impuestas por medios de expresión como el video, la fotografía o la instalación, estos artistas se apropian de la ciudad como pretexto para la creación artística. Discursan, desde la relación del individuo con su entorno, sobre cuestiones como los cambios arquitectónicos o urbanos, metonimia de cambios sociales, de sensibilidad e, incluso, individuales. En obras como Colonias Epífitas –Celia y Yunior-, Cubiertas de deseos –Grethell Rasúa-, Developer –Ricardo Miguel Hernández-, y El sueño de las tilapias –Renier Quer-, se recogen imágenes que funcionan como testimonio sobre el ámbito arquitectónico y el ser que lo circunda. Ellas conforman estudios sobre la “estatización” o la ruralización que ha ido padeciendo la ciudad, o cuestiones existenciales de la misma.
La curaduría de Onedys Calvo se ha trazado como objetivo, en primera instancia, la visión de la ciudad y el contexto urbano como pretexto elemental, y a continuación, cómo estos logran diluirse en su manera especial de expresarse. Tanto la curadora como los artistas nos muestran a la ciudad y al espacio habitable como sinónimos de praxis sociales.
El ardid de los inocentes manifiesta una clara vocación sociológica, investigativa y testimonial. El entramado urbano ha sido empleado como pretexto que se extiende para reconocer múltiples cuestionamientos que envuelven, mayormente, al individuo. “Las subversiones de usos, cambios de signos, paradojas y expectativas en esta exposición tienen relación con las propias contraposiciones que existen en nuestra sociedad” –plantea su curadora-.
El hecho de que los artistas no procedan de las mismas generaciones, es algo interesante, teniendo en cuenta la cercanía de sus propuestas estéticas, formales y conceptuales. El empleo del doble sentido es algo a destacar en esta exhibición, tanto desde las propias piezas como desde la concepción museográfica de las mismas. La invitación al diálogo, al cuestionamiento sobre nuestra sociedad y sus dinámicas, es uno de los legados que una muestra como El ardid de los inocentes deja a cualquier espectador que la aprecie.
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